Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1431
Legislatura: 1891-1892 (Cortes de 1891 a 1892)
Sesión: 10 de julio de 1891
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 102, 3003-3004
Tema: Amnistía por delitos políticos

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. SAGASTA: Pocas palabras, para demostrar a mi antiguo compañero el Sr. Martos, que su teoría había de encontrar dificultades insuperables en la práctica; porque el Sr. Martos considera la amnistía como restitución absoluta de los derechos, o reintegración absoluta también en el puesto que cada uno ocupaba antes de cometer el delito, y fácilmente verá S. S. cómo eso es imposible en todo país medianamente regido. El Estado marcha, y aunque interrumpido a veces por confusiones y por perturbaciones pasajeras, sigue constantemente su camino; el empleo abandonado se cubre con arreglo a la legislación vigente; la cátedra se provee por oposición; el puesto militar se ocupa con arreglo a las leyes militares: ¿con qué derecho se pretende que el catedrático, que el militar, que el funcionario público que ocupan sus puestos por ministerio de la ley, los dejen al amnistiado, que los abandonó por cometer el delito? Yo pregunto al Sr. Martos, si en el absolutismo de su teoría cree posible que un coronel que faltando a la Ordenanza y a la disciplina se subleva, que no consigue su objeto, que es perseguido por parte de su regimiento que intentó sublevar? (El señor Martos: Generalmente, no vuelve de coronel.) Pues si vive de general, pero: ¿va a mandar como general el regimiento que sublevó? (El Sr. Marenco: ¿Y si vuelve como Ministro?) Si vuelve como Ministro, se sienta en el banco azul (Risas), y no manda el regimiento. (El Sr. Marenco y otros Sres. Diputados pronuncian palabras que no se oyen.- El señor Presidente agita la campanilla.)

Créame el Sr. Martos: la teoría de S.S. está inspirada por sentimientos generosos, nobles, por los cuales felicito a S. S.; pero en realidad de la vida, esa teoría es impracticable. Por lo demás, el Sr. Martos no tiene razón, porque yo no estoy conforme con el proyecto del Gobierno: me parece poco y, además, pequeño, precisamente por lo que ha querido hacer a favor de os emigrados; porque, o no ha debido hacer nada, o ha debido hacer lo que quiere el Sr. Martos. Discutir lo que debe dar a unos y lo que debe conceder a otros, no puede ser. Desde el momento en que a los unos, por sus condiciones especiales, se les concede una gracia, se niega a los otros el derecho.

Vengan, pues, los emigrados a España y recla-[3003] me aquí cada cual lo que crea que en derecho le corresponde: el Poder ejecutivo, por los medios adecuados y teniendo en cuenta las leyes, resolverá.

En el proyecto del Gobierno hay un artículo, en virtud del cual, por circunstancias especiales, podrán obtener algo; pues entonces claro es que queda cerrada la puerta para los demás. Por eso yo votaré contra ese artículo. Yo no limito el derecho de los emigrados.

Yo declaro, Sr. Martos, que S. S., como jefe de un partido, no propondría nunca a un Ministro de la Guerra que un oficial que se sublevó volviera al mismo regimiento en que estaba. Eso no se le podría proponer al Ministro de la Guerra, porque éste tendría razón para no realizarlo. En esto no deben mezclarse los Cuerpos Colegisladores; estas son cosas que ha de resolver el Gobierno conforme a las leyes; lo importante, lo que no puede hacer el Poder ejecutivo, es lo que debemos hacer nosotros y lo que propongo yo que se haga.

Vengan aquí los emigrados con la frente levantada, llamados por el país, sin deber favor alguno; reclamen todo aquello que en derecho crean que les corresponde, y el Poder ejecutivo verá si con arreglo a las leyes debe concederlo o debe negarlo.



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